miércoles, 23 de marzo de 2011

La realidad energética exige el fin de la hipocresía política y la elaboración de un Plan Energético Nacional a largo plazo

El grave accidente sufrido por la central nuclear de Fukushima ha reabierto, una vez más, un debate estéril e inútil al que invitan de forma cíclica y repetitiva determinados grupos de presión y partidos políticos. Estos colectivos justifican de esta forma sus trasnochadas actitudes demagógicas y pseudo progresistas, y muestra su incapacidad para adaptarse a la realidad.

El desarrollo energético corre parejo al desarrollo económico y el consumo energético crece a medida que crece el bienestar y aumenta la calidad de vida, por lo que la búsqueda de fuentes de energía se convierte en el gran objetivo de todos los países pero siempre dentro de los parámetros y realidades de cada uno de ellos. El tema es tan importante como para contar con un Plan Energético Nacional a largo plazo que, de forma realista y suficiente, garantice el desarrollo y cubra las necesidades de la población. Sin embargo, España carece de esta planificación y gobiernos de uno u otro signo han declinado su elaboración, improvisando constantemente, y condicionados en sus decisiones por actitudes electoralistas y el miedo a la pérdida de votos o, incluso en algunos casos, por el sometimiento a ideologías caducas e irresponsables ante la realidad a la que nos enfrentamos.

Actualmente, España se autoabastece tan sólo en un 23%, gracias básicamente a las energías renovables y a la energía nuclear, dependiendo del exterior en un 77%  para aprovisionar las 200 centrales térmicas que se esparcen por el territorio nacional y se alimentan de carbón, petróleo y gas. Estas cifras apenas han variado en los últimos 35 años y nuestro desarrollo ha exigido que al incremento de la energía renovable se haya tenido que sumar necesariamente el incremento del carbón, el petróleo y el gas como fuente de energía.

Esta situación ha colocado a nuestro país en una difícil situación ante la comunidad internacional, dado que el Protocolo de Kioto fija para España un incremento en 2012 en emisión de CO2 del 15%, pero esta cifra se verá incrementada en realidad hasta un 45%, con las consiguientes sanciones. A esto se suma el déficit energético que nos obliga a comprar cíclicamente energía a nuestros vecinos a un alto coste e incluso a alquilar medios para el tratamiento de residuos de nuestras escasas centrales nucleares.

El panorama es más que preocupante y exige medidas a largo plazo que ningún Gobierno ha tomado, es decir, una planificación exigente, ajustada y realista que permita nuestro desarrollo energético y nos lleve a la independencia y el abaratamiento del coste de la energía.

Este plan tan necesario como inexistente actualmente pasa por asumir la necesidad de todo tipo de fuentes de energía y fijar objetivos que permitan nuestro desarrollo, ya que la independencia y el desarrollo energético son vitales para el desarrollo económico. Este objetivo debe fijarse en el autoabastecimiento a partir de las energías limpias y renovables, para lo que ha de incrementarse la investigación en este sector, pero sin olvidar que es un objetivo a largo plazo para el que aún no estamos preparados. Es por ello que España debe ganar su independencia energética de forma inmediata mediante el incremento de una fuente de energía que, por una parte, acabe con las emisiones de CO2 y por otra permita el autoabastecimiento, es decir, la energía nuclear, admitida en el mundo civilizado y que ha mostrado su alto nivel de seguridad siempre y cuando se implante bajo las estrictas medidas de seguridad de la Unión Europea. Lejos de mostrar su inseguridad, el terrible desastre de Japón nos ha mostrado que todas las centrales nucleares han sido capaces de resistir uno de los mayores seísmos conocidos y el problema de Fukushima se ha debido al error de ubicación junto a la costa en una zona de alto riesgo de maremotos.

España debe ir hacia el incremento de las energías renovables y conseguir en 2030  que su peso actual que apenas pasa del 10% se incremente hasta el 40% pero, paralelamente, deben desaparecer progresivamente las centrales térmicas para adaptarnos al protocolo de Kioto y descontaminar nuestra atmósfera, por lo que ha de incrementarse la energía nuclear, que  debe contribuir decisivamente al futuro Mix energético nacional, dado que es la fuente más barata por coste de producción de kWh., es fiable, segura en el suministro y limpia.  Además, la construcción de nuevas centrales desarrolla la I+D+i.   Este debe ser el objetivo que desde UPyD  se traza en relación con el necesario Plan Energético Nacional antes mencionado, acompañado por el progresivo traslado de empleo desde las térmicas hacia las renovables y las nucleares.

En un futuro lejano todos tenemos la esperanza de que la investigación permita el desarrollo de energías renovables y sin riesgo alguno, pero en tanto esto ocurre, debemos fijar objetivos realistas y que permitan nuestro despegue económico, alejando pensamientos trasnochados, abordando el problema con responsabilidad y madurez, huyendo de actitudes electoralistas y creando un Plan Energético Nacional que oriente a España hacia un desarrollo económico firme y constante.