lunes, 7 de marzo de 2011

Barreda o el miedo a la verdad

Escuchar a D. José Mª Barreda, cuando en los medios de comunicación es preguntado sobre la situación de Castilla La Mancha, conduce a la perplejidad ante el cinismo absolutamente “profesional” con que se pronuncia.


Una persona que se dedica a la política desde puestos de alta responsabilidad debe actuar con honradez y, para ello, reconocer en todo momento la realidad en la que se mueve. Ocultar esta realidad no solo produce un descenso de su credibilidad y consiguientemente de su prestigio, sino que aboca a su gobierno a políticas erróneas y dificulta la búsqueda de soluciones. Ocultar la verdad es una huida hacia adelante que, escudada en un bombardeo de noticias bien propagadas por los medios de comunicación, conduce a situaciones cada vez más dramáticas e injustas.

Una comunidad autónoma que se encuentra en los tristes puestos de cabeza en desempleo, pobreza, deuda (ya inasumible), descenso de número de trabajadores autónomos, fracaso escolar o Producto Interior Bruto, no debe presumir de prosperidad ni justificar estos fracasos tras la frase “hay otros que están igual que nosotros”. Además y desde una perspectiva ética, la situación es aún peor tras las actuaciones y responsabilidades del Gobierno presidido por José Mª Barreda en temas como el Aeropuerto de Ciudad Real o la Caja de Castilla La Mancha. Por otra parte, la Administración Autonómica ha pasado a ser “número uno” en aumento de trabajadores, empresas públicas, subvenciones, duplicidades y excesos, haciendo que los intentos de reformarla  no hayan sido sino gestos inútiles que han la encarecido y complicado aún más y la han convertido en una farsa de enormes dimensiones.

El miedo de Barreda a reconocer la verdad debe ser superado y para ello Castilla La Mancha cuenta con una oportunidad de oro el próximo mes de mayo. En las próximas elecciones puede haber o no un cambio de gobierno pero lo que sí debe haber en todo caso es un cambio en la forma de gobernar.  La lealtad hacia los ciudadanos, que ha de manifestarse ante todo en el uso de la verdad, ha de ser el eje del buen gobierno.

El próximo gobierno de Castilla La Mancha debe cortar con el pasado e iniciar su andadura con una evaluación realista de la situación en que nos encontramos, seguida de un auténtico programa de austeridad que presida la acción de gobierno y continuar con un Pacto de Progreso asumido por todas las fuerzas políticas desde el consenso. Sin embargo, la actual estructura de las Cortes de Castilla La Mancha abocada a la eterna disputa bipartidista y al diálogo de sordos no es el medio adecuado. Es preciso que nuevas fuerzas políticas accedan al debate parlamentario, aporten sus críticas y actúen como catalizadores que dinamicen el debate y permitan romper la inercia en la que estamos sumidos desde hace treinta años.

Para hacer esto posible es preciso que los ciudadanos se encuentren bien informados  y puedan acceder a los programas políticos  e ideas de partidos distintos del PP y del PSOE y, con plena libertad, elegir su opción política no en función del poder que ostenta una formación política, sino del potencial creativo que pone a disposición del necesario cambio. En esto, evidentemente, tienen los medios de comunicación una importancia decisiva.

Castilla La Mancha debe abordar una alternativa necesaria a la política estéril de las últimas décadas, en las que se crece por que nuestro contexto crece, pero nunca por encima de los demás y siempre abocados a estar peor que los otros cuando los tiempos son difíciles. Abramos la participación política activa a todos los ciudadanos y fuerzas políticas emergentes y salgamos de la peligrosa endogamia política actual que nos ha llevado no a una democracia, sino a una peligrosa partitocracia bipartidista.